VELOCIDAD
5:25 am. Me levanto y me visto automáticamente, me duelen los ojos y el dolor que mi espalda ha cargado en estos años no mejora. Mi desayuno: una taza de café. Cepillo rápidamente mis dientes y salgo en putiza para tomar la primera combi del día. 6: 20, por fin pasa mi transporte, luce muy mal y el olor a cigarrillo y gasolina es insoportable. Unos kilómetros más adelante sube una pareja de ancianos. Parece una mala mañana para todos. El chofer acelera su máquina a toda su potencia y no hay autoridad en el Estado de México que lo detenga, le cierra el paso a otros automóviles y casi arrolla a una mujer embarazada; el motor vibra fuertemente. En el primer semáforo de la avenida “Tepozanes” el conductor de atrás hace sonar su claxon.
-Cállate hijo de tu puta madre, cállate, y antes de ponerse la luz verde el chofer acelera. Con el tiempo encima no considero protestar. A una cuadra se divisa una prostituta que sale de un bar. La combi se acerca dudosamente a la aparente mujer; manos grandes y espalda prominente. Se abre la puerta delantera del automóvil y sube; vuelve a acelerar el bólido. Pronto los chasquidos de besos sucios se escuchan en toda la unidad.
-¿Bajan en Amanecer Ranchero?, -¡No!, Protesto al unísono con los ancianos que antes de llegar a la base descienden. Al final del recorrido pago mi pasaje y bajo. El colectivo se oculta en un callejón oscuro. Inmediatamente percibo el olor de aguas negras de “El Canal de la Compañía”; me adentro entre la neblina hasta que mi traje azul barato se convierte en una sombra más de la ciudad.