......... . BLOwG JOB

Friday, November 30, 2007

ANTI REGGEATON


Nunca he podido concebir la idea de despertarme antes de las siete de la mañana. Desde niño he tenido ese problema; se me revolvía el estomago y me daba guaca guaca. Pero lo que de plano jamás podré entender, es a esos hijos de su putísima madre que a las 6 de la mañana ya van escuchando esas reverendas pendejas de Reggaeeton, y lo per de todo, es que sea en un micro o cualquier puto transporte colectivo. Ahí van los pendejotes con su puto subwoofer a toda madre cantando, y uno que todavía no se despierta se le revuelven más la panza. Chabelos únanse no sean maricass, no le tengan miedo a perder su suave movimiento de caderas perreadoras. Ahí les dejo una imagen útil.

Friday, November 23, 2007

POSDATA, MI GATO HA MUERTO


El siguiente texto lo escribo después de leer el blogg de Perl, después de la muerte de su perro.

Sin duda, una de las cosas que más he odiado en el mundo, es que la gente pendeja compre animales, o que ande chingando por que algún otro puto culero, le regale los cachorros de la hembra que por mierdero no quiso esterilizar. A mi no me anden con mamadas de que: ¡Ay no, yo creo que les hace daño si no dejo que tengan a sus primeros cachorritos! ¡NO MAMEN! ¿Que? Después la madre va a solicitar una demanda por daño psicológico, o que pedo? Si hay una de las cosas que me parte la madre, es ver perro o gatos por las calles todos flacos madreados, o peor aún, que un puto wey o un chamaco hijo de puta los ande ahí chingando. No puedo presumir que a mis gatos los trate como reyes, pero tratamos de darles lo necesario. Tenemos dos gatas que por casualidad encontramos en la calle con pocas semanas de nacidas, y otros dos que sus dueños no quisieron ocuparse de ellos. Tres son hembras y un macho, todos ellos esterilizados. Todo lo anterior viene al caso, porque hace como año y medio cuando volvía de la Fuck, vi a un lado de mi casa en una jardinera, a dos gatitos que tenían como un mes de nacidos. Estaban ahí maullando y juntitos, juntitos, entré a mi casa y no pude dejar de sentir como mis pulmones se rellenaban de mierda, así que salí y dije ¡Chingue su madre Calderón, me los voy a quedar aunque me manden a la verga de mi casa, después trato de buscarles casa! Ya cuando estaba dentro los revisé y no tardé en darme cuenta que los dos tenían tapados los ojos, así que preparé un poco de manzanilla y se los destapé, sólo para darme cuenta de que estaban ciegos, ¡puta madre¡ la vida es culera y a veces, excesivamente muy culera!. Al otro día mi hermana me completo con una lana y los llevamos al veterinario para que los durmiera para siempre.
Creo que sin duda ¡La vida es culera! Aunque de nosotros depende en gran medida de cuanto más, o cuanto menos.

Sunday, November 11, 2007

Historia de guerra

Cuando estaba re chamaco y me la pasaba en la calle jugando, peleando, haciendo desmadre con los demás ñeros de la cuadra; solía ir a una tienda a continuar el relajo. Me acuerdo que me la pasaba con uno de mis hermanos y un primo en esa tienda jugando maquinitas. Estaba los clásicos como el Contra y Snow patroll y mamadas de esas que nos traumaba jugar pero, la lana se terminaba por lo recurríamos a juntar fichas de las cajas de luz ( de esas que les dicen chalupas) y se las ensartábamos a las pinches maquinas, y así nos la pasábamos. Toda esta historia viene al caso, porque cuando andábamos en el contra matando todo puto mercenario vietnamita, alemán, ruso, terrorista o alienenigena, llegaba un sujeto como de 35 años a la tienda. Todos los días pasaba a una hora regular, estacionaba su carro y pedía su combustoleo; una coca cola, y digo su combustoleo porque el carro, o mejor dicho carrito, lo llevaba empujando. Este carrito era unos de esos que ponen en las ferias, recién pintado y adornados con foquitos led, y no sólo tenía uno, contaba con varios modelos como si fuera el magnate de la colonia. A pesar de verlo casi siempre, su presencia y comportamiento se me hacia normal, y no recuerdo tampoco, cuando entendí que el hecho de conducir un carrito de feria en la calle, pasar los topes de lado y no dejar que ningún puto chamaco ensuciara su bólido, era síntoma de que algo andaba mal en su cabeza, o todo andaba bien y éramos nosotros quienes no agarrábamos el pedo. En fin después de unos cuantos años ya no lo volvía a ver, y recuerdo esta historia porque hace unos días pase por una feria y vi unos carritos parecidos, y también recordé que después de los circos, no me gustan las ferias.